Datos personales

lunes, 10 de agosto de 2020

DIVERSAS Y DIVERGENTES OPINIONES SOBRE MARTI, EL SOCIALISMO , LA DEMOCRACIA Y LOS LIDERES

 

 

 

 

DIVERSAS Y DIVERGENTES  OPINIONES SOBRE MARTI Y EL SOCIALISMO

 

Cubanos por el Mundo está con Ignacio Salas.

3 de julio de 2016 ·

JOSE MARTÍ SOBRE EL SOCIALISMO

Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras; el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y la rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo, empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse como frenéticos defensores de los desamparados.

Los sistemas políticos en que domina la fuerza crean derechos que carecen totalmente de justicia, y el ser vivo humano que tiende fatal y constantemente a la independencia y al concepto de lo justo, forma en sus evoluciones rebeldes hacia su libertad oprimida y esencial, un conjunto de derechos de reconquista.

Un pueblo está hecho de hombres que resisten, y hombres que empujan: del acomodo que acapara, y de la justicia, que se rebela: de la soberbia, que sujeta y deprime, y del decoro, que no priva al soberbio de su puesto, ni cede el suyo: de los derechos y opiniones de sus hijos todos está hecho un pueblo, y no de los derechos y opiniones de una clase sola de sus hijos.

EL HOMBRE AMA LA LIBERTAD

El hombre ama la libertad, aunque no sepa que la ama, y anda empujado de ella y huyendo de donde no la halla.

Acaso los enemigos de la libertad lo son porque la juzgan por sus vociferaciones. Si conocieran sus encantos la dignidad que va con ella, lo rey que se siente el hombre libre, el perpetuo iluminamiento interno que la libre y decorosa conciencia de sí y ejercicio de sí producen, no habría acaso amigos mayores de la libertad que los que son sus más exímios enemigos…

Esa futura esclavitud —decía Martí—es el socialismo, Y añadía Martí, profetizando lo que pasaría en un estado socialista:

«Todo el poder que iría adquiriendo la casta de funcionarios, ligados por la necesidad de mantenerse en una ocupación privilegiada y pingüe, lo iría perdiendo el pueblo que no tiene las mismas razones de complicidad en esperanza y provechos, para hacer frente a los funcionarios enlazados por intereses comunes. Como todas las necesidades públicas vendrían a ser satisfechas por el estado, adquirirían los funcionarios entonces la influencia enorme que naturalmente viene a los que distrIbuyen algún derecho o beneficio. El hombre que quiere ahora que el estado cuide de él para no tener que cuidar él de sí, tendría que trabajar entonces en la medida, por el tiempo y en la labor que pudiése el estado asignarle, puesto que a éste, sobre quien caerían todos los deberes, se darían naturalmente todas las facilidades necesarias para recabar los medios de cumplir aquéllas.

De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquél que trabaja para otro que tiene dominio sobre él, y en ése sistema socialista dominaría la comunidad del hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo. Y como los funcionarios son seres humanos y por tanto abusadores, soberbios, ambiciosos y en esa organización tendrían gran poder, apoyadas por todos los que aprovechan o esperaron aprovechar de los abusos y por aquellas fuerzas viles que siempre compra entre los oprimidos, el terror, prestigio o habilidad de los que mandan, este sistema de distribución oficial del trabajo común llegaría a sufrir en poco tiempo los quebrantos, violencias hurtos y tergiversaciones que el espíritu de individualidad, la autoridad y osadía del genio y las astacias del vicio originan pronta y fatalmente en toda organización humana...El funcionario autocrático, abusará de la plebe, cansada y trabajadora. Lamentablemente será y generará la servidumbre».

«La Futura Esclavitud», «La América» New York, Abril de 1984, página 954 de las Obras Completas de José Martí. Edición Conmemorativa del Cincuentenario de su muerte, Volume 1, Editorial Lex, La Habana, Cuba.

Martí, México y el Socialismo

Su primera exposición ante el conflicto entre el capital y el trabajo la tuvo en México.

“El derecho del obrero no puede ser nunca el odio al capital: es la armonía, la conciliación, el acercamiento común de uno y de otro” (Escenas Mexicanas, 1875).

“La imitación servil extravía en economía como en literatura y en política... Tiene en cada país especial historia el capital y el trabajo: peculiares son de cada país ciertos disturbios entre ellos, con naturaleza exclusiva y propia, distinta de la que en tierra extraña por distintas causas tenga. a propia historia, soluciones propias. A vida nuestra, leyes nuestras. No se ate servilmente el economista mexicano a la regla, dudosa aún en el mismo país que la inspiró” (Escenas Mexicanas, 1875).

“Siempre es desgracia para la libertad que la libertad sea un partido” (Escenas Mexicanas, 1877).

“Es rica una nación que cuenta con muchos pequeños propietarios” (Nuestra América, 1878).

“Una Constitución es una ley viva y práctica que no puede construirse con elementos ideológicos” (Escenas Norteamericanas, 1882).

“Karl Marx ha muerto. Como se puso del lado de los débiles, merece honor. Pero no hace bien el que señala el daño, y arde en ansias generosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blando al daño” (New York, 1883).

“La propiedad conserva los Estados” (Nuestra América, 1886).

LA CONQUISTA DEL PORVENIR

“La conquista del porvenir ha de hacerse con manos blancas. Más cauto fuera el trabajador de los Estados Unidos si no le vertieran en el oído sus heces de odio los más apenados y coléricos de Europa. Alemanes, franceses y rusos guían estas jornadas. El americano tiende a resolver en sus reuniones el caso concreto: y los de allende a subirlo al abstracto. En los de acá, el buen sentido y el haber nacido en cuna libre, dificulta el paso a la cólera. En los de allá, la excita y mueve a estallar, porque la sofoca y la concentra la esclavitud prolongada” (New York, 1883).

Es deber del hombre levantar al hombre: se es culpable de toda abyección que no se ayuda a remediar: sólo son indignos de lástima los que siembran traición, incendio y muerte por odio a la prosperidad ajena.

“Una revolución es necesaria todavía: la que no haga presidente a su caudillo, la revolución contra las revoluciones. ..!”.

“La tiranía es una misma en sus varias formas, aun cuando se vista en algunas de ellas de nombres hermosos y de hechos grandes”

ASESINOS ALEVOSOS

Palabras visionarias de José Martí (del siglo XIX), ante la naciente doctrina marxista.

“Asesinos alevosos, ingratos a Dios y enemigos de los hombres, son todos aquellos que con el pretexto de enseñar doctrinas modernas, dejan caer en los oídos de las juventudes un cúmulo de ideas, infiltrándoles el evangelio bárbaro del odio, en lugar de la doctrina sublime del amor.”
José Martí

 

RESPUESTA U  OTROS PUNTO DE VISTA

 

 

Martí sobre el socialismo: ¿Visión, revisión, visitación?

Autor: 

Dariel Pradas Vargas

|

28 Enero 2017

|

|

0 Comentarios

http://www.juventudtecnica.cu/sites/default/files/styles/portada_mp/public/materiales%20periodisticos/captura.png?itok=X0zokdMX

Crédito de fotografía: 

Roberto Javier Quintero

 

 Entre los jóvenes de hoy y quienes lo fueron en generaciones anteriores, existe un texto martiano que se ha susurrado y susurra aún por muchos, como maledicencia, tal si fuera un “pecado ideológico” del Héroe Nacional: La futura esclavitud, por primera vez publicado en 1884 en la revista La América de New York, y compilado después en el tomo 15º de sus Obras Completas. Ediciones Críticas.

El carácter polémico de este artículo –como el de otros que le sucedieron, típico de un escritor complejo en sus maneras e ideas– provoca cierta confusión en algunos al acercarse a la obra del Apóstol, en tanto admiten sin prisa que el socialismo es la “futura esclavitud” por supuestamente acuñarlo así Martí y tienden a convertir en “delicada” la reflexión y, por tanto, a manejarla con cierto secretismo, tergiversaciones y morbo.  Esto sucede, sobre todo, en los jóvenes que, la más de las veces sin leerse el texto, lo comentan airadamente.

El propósito del presente trabajo no es otro que el de incitar a su lectura, amén de incorporarlo, como se ha logrado con el resto de la obra de Martí, a constituirse en uno de los puntales que mantienen en pie lo que, de este autor, ha erigido nuestra idiosincrasia como cubanos.

“La futura esclavitud” es un suspicaz comentario acerca del ensayo homónimo escrito por el filósofo y sociólogo inglés Herbert Spencer, cuyo tema central está enfocado en las presumibles consecuencias nefastas de la aplicación de medidas sociales favorables a las clases humildes en la Inglaterra de fines del siglo XIX.

En resumen, Spencer habla de una especie de futuro distópico, resultado del establecimiento del socialismo en su país, si bien advierte que puede ser un peligro global. En su inferencia, la acumulación de funciones por el Estado, como la nacionalización de las tierras e industrias, y su conversión en el órgano predominante de la sociedad, traería un colapso social que empobrecería a las clases humildes en beneficio de, supuesta e irónicamente, ellas mismas; frenaría el desarrollo de las ciencias y la tecnología; las clases pobres trabajadoras se transformarían en holgazanas en espera de un subsidio del Estado; moriría el individuo junto con la eficacia productiva; un ejército de oficinistas instaurarían un régimen dictatorial bajo el poder de la burocracia…

Coincidimos con Martí en que esta premonición resulta exagerada, por bien fundamentada que la haya hecho el filósofo y aun cuando pudo aparentemente haberse cumplido en algunas etapas de la gastada Unión Soviética y hasta en ciertos períodos de la Revolución Cubana. Sobre todo esto último ha sido la razón para que ciertos personajes, dentro y fuera de la Isla, atribuyeran la “visión” a Martí e incluso lo bautizaran de adivino. Sin embargo, más que acompañar la tesis de Spencer, el artículo del Apóstol refuta dicha teoría, sin ridiculizarla.

Martí, prácticamente desde el principio del texto, deja plasmada su postura al catalogar a Spencer de “ciudadano griego que contaba para poco con la gente baja”. Inclusive, después le sentencia: “Quien no comulga en el altar de los hombres, es justamente desconocido por ellos”.

Sobre una de las disertaciones del inglés, en la que este critica a los políticos que plantean medidas del bienestar para obtener los votos de “las clases paúperas”, y a los pensadores del socialismo que, en una tendencia radical, “no hallan –define Martí– más modo natural de curar el daño de raíz que quitar motivo al descontento”, responde el cubano: “Pero esto ha de hacerse de manera que no se trueque el alivio de los pobres en fomento de los holgazanes; y a esto sí hay que encaminar las leyes que tratan del alivio, y no a dejar a la gente humilde con todas sus razones de revuelta”.  

El intelectual antillano, hay que aclarar, encamina su trabajo hacia una reseña en la que refiere frecuentemente el ensayo de Spencer: cuenta en pocas líneas todos sus puntos conflictivos, incluidos los pequeños ejemplos que utiliza el británico para embalsamar el supuesto sistema condenado al precipicio. Y los enfrenta el Apóstol con un tono acusante, más palpable este en algunos breves momentos de su narrativa. No desaprueba, en cambio, la totalidad de los fundamentos de Spencer: “Y es verdad que si llegare la benevolencia a tal punto que los páuperos no necesitasen trabajar para vivir –a lo cual jamás podrán llegar–, se iría debilitando la acción individual, y gravando la condición de los tenedores de alguna riqueza, sin bastar por eso a acallar las necesidades y apetitos de los que no la tienen”.

“¡Mal va un pueblo de gente oficinista!”, alertaba Martí.

El joven pensador no eludía el desafío intelectual de Spencer y apostaba por intentar el cambio social. Del peligro anunciado, antes que “legislar las formas del mal” y “curarlo en sus manifestaciones”, explicaba, “en lo que hay que curarlo es en su base, la cual está en el enlodamiento, agusanamiento y podredumbre en que viven las gentes bajas de las grandes poblaciones, y de cuya miseria (…) pueden sin duda ayudar mucho a sacarles las casas limpias, artísticas, luminosas y aireadas que con razón se trata de dar a los trabajadores, por cuanto el espíritu humano tiene tendencia natural a la bondad y a la cultura, y en presencia de lo alto, se alza, y en la de lo limpio, se limpia. A más que, con dar casas baratas a los pobres, trátase solo de darles habitaciones buenas por el mismo precio que hoy pagan por infectas casucas”.

Ahí la constante solución martiana. Y de esta, como precuela, su deseo de que la primera ley de la república cubana fuera “el culto a la dignidad plena del hombre”.

Así, después de todo en el estudio de “La esclavitud futura” de Herbert Spencer, donde el socialismo, según este, haría a las personas esclavas del Estado y de los oficinistas, los nuevos burgueses en ese abismal porvenir, Martí no ataca al entonces inexplorado sistema social, como se ha manipulado durante décadas por unos, o como otros han temido mencionar en voz alta como si fuera una insuficiencia de la ideología del prócer de la Revolución cubana.

Como sea, Martí prefirió dar su voto. Porque si bien aquellos pensadores y sus actores radicales pudieran caer en tales deshonras, asumió el cubano que lo que sí no se puede hacer es, como razonó Spencer, “echar en cara a los páuperos su abandono e ignominia” y mantener los modos naturales de equilibrar la riqueza pública que, replicó el habanero, “ha de mantener naturalmente en ira, desconsuelo y desesperación a seres humanos que se roen los puños de hambre en las mismas calles por donde pasean hoscos y erguidos otros seres humanos que con las rentas de un año de sus propiedades pueden cubrir a toda Inglaterra de guineas”.

Entonces resulta incomprensible el mal uso que durante décadas se ha hecho de la reflexión martiana sobre el socialismo, si bien claro conminó a decirle a la política: “¡Yerra, pero consuela! Que el que consuela, nunca yerra”.

Ahora… ¿se pudiera decir que Martí invitaba al socialismo a equivocarse que, según Spencer, sería igual a que existiese? ¿Acaso era el Apóstol partidario de esta ideología?

El 29 de marzo de 1883 ya había publicado el independentista, como corresponsal del diario La Nación, de Buenos Aires, una nota sobre la muerte de Karl Marx, en la que relató un acto realizado en Nueva York en homenaje al pensador revolucionario. Lástima que Martí no haya escrito mucho más sobre el socialismo y sus pensadores, pero valga para este estudio dicho documento, debido a su contenido y cercanía histórica con La futura esclavitud.

La pluma martiana le hizo honor al filósofo alemán; describió el evento con entusiasmo, con admiración hacia la multitud concurrente que “enseña más músculos que alhajas, más caras honradas que paños sedosos”; y hacia Marx, quien, resaltó Martí, “estudió los modos de enseñar al mundo sobre nuevas bases, y despertó a los dormidos, y les enseñó el modo de echar a tierra los puntales rotos (…) hombre comido del ansia de hacer el bien”.

No obstante, reprochó el admirado periodista: “No hace bien el que señala el daño y arde en ansias temerosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blanco al daño. Espanta la tarea de echar a los hombres sobre los hombres. Indigna el forzoso abestiamiento de unos hombres en provecho de otros”. Situaba Martí, por encima de todo, la vida humana. “Mas se ha de encontrar salida a la indignación de modo que la bestia cese sin que se desborde y espante”. Sin duda, siguió apoyando la meta de Marx, mas no la incendiaria manera que propuso este para alcanzarla.

No es aventurado afirmar que Martí no se oponía al camino de las armas en nombre de las causas justas. De hecho, desde su juventud admiró las gestas independentistas de la América hispana y de Cuba, emprendidas con sables y fusiles. Para él, estaba bien claro el papel que debían asumir los oprimidos ante sus opresores, mas no tenía bien clara, al parecer, esta misma relación (y por tanto, la validez de ese enfrentamiento) con respecto a las clases sociales, bien sea por las tergiversaciones manejadas en la época o por su somero estudio sobre el materialismo histórico. Tal vez llegó Martí a meditar bien ese asunto y hasta coincidir –o definitivamente diferir– con Marx en sus conclusiones, pero puede haber influido que su misión primera, la organización de una revolución libertadora, le indicara no hacer énfasis en el enfrentamiento entre las clases antagónicas de un mismo país, sino en llamar a la unión nacional, más que resaltar discrepancias.

Queda entonces en el reino de la especulación imaginar –culminada la “guerra necesaria”, pensada breve, escasa en sangre– qué habría hecho Martí, de haber sobrevivido, como seguro presidente de la república “con todos y para el bien de todos”. ¿Dejaría desembocar a la nación en la tensión de la lucha de clases para realmente conseguir el “derecho a la dignidad plena del hombre”? ¿Se propondría la construcción del socialismo, asumiendo o superando los riesgos que acusara Spencer, a fin de consolar?

 

--------------------------------------------------------------------------------------------

 

 

OTRA OPINION DESDE CUBADEBATE:

 

Imprimir

Inicio » Opinión, Política  »

Luces de José Martí para el socialismo

Por: Luis Toledo Sande

En este artículo: Cuba, José Martí, Política, Socialismo

| 12

 

 

Textos de interés directo para el tema planteado en el título escribió José Martí desde su estancia en México (1875-1876), donde —inicio de un camino en el cual experimentó una rica evolución— se relacionó activamente con la prensa obrera y organizaciones de ese carácter. Pero los presentes apuntes, ni con mucho exhaustivos, se basan centralmente en páginas posteriores, distanciadas entre sí por una década, pero unidas por el tema abordado: una reseña, en la revista neoyorquina La América de abril de 1884, sobre “La futura esclavitud”, del británico Herbert Spencer, y una carta de mayo de 1894 a su compatriota y amigo Fermín Valdés Domínguez. Las dos contienen reflexiones sobre lo que en ambas Martí llama “la idea socialista”, y lo publicado en la revista parece prolongarse en la intimidad epistolar. No hay que asombrarse por ello: nexos similares aparecen entre numerosos textos de la obra martiana, signada por la coherencia y la organicidad.

Desde el inicio de la reseña brota la diferencia de perspectivas entre Spencer y Martí, quien afirma que aquel pensaba “a manera de ciudadano griego que contaba para poco con la gente baja”. Y esto de “la gente baja” se comprende tanto mejor según se aprecie que en la reseña, más que citar, el periodista parafrasea al autor de la obra comentada, que ubica en contexto y linaje: “Todavía se conserva empinada y como en ropas de lord la literatura inglesa; y este desdén y señorío, que le dan originalidad y carácter, la privan, en cambio, de aquella más deseable influencia universal a que por la profundidad de su pensamiento y melodiosa forma tuviera derecho”. Y enseguida se siente la voz de Martí: “Quien no comulga en el altar de los hombres, es justamente desconocido por ellos”.

No sugiere que Spencer fallaba en todo; pero le reprueba su perspectiva aristocrática, asociada al individualismo y al positivismo. En los límites de este último “la ciencia, insecteando por lo concreto, no ve más que el detalle”, se lee en el elogio que dos años antes había hecho Martí a la integradora espiritualidad del pensador estadounidense Ralph Waldo Emerson. Sin embargo, cabe estimar que el cubano compartía con el británico el deseo de que “el alivio de los pobres” no se trocara en “fomento de los holgazanes”, solo que, entre las motivaciones por las cuales el positivista escribió “La futura esclavitud”, estuvo su rechazo a la construcción, por vía estatal, de viviendas para los menesterosos, rechazo que Martí no compartía.

Spencer, identificado con un evolucionismo que engullía los valiosos aportes de Charles Darwin para ponerlos al servicio de los más fuertes económicamente en la urdimbre de las clases sociales, temía a la burocracia, peligro presente en la organización moderna de la sociedad, tanto más cuanto mayor sea la centralización que la rija. Glosando esa parte del tratado spenceriano, Martí comenta: “Con cada nueva función, vendrá una nueva casta de funcionarios. Ya en Inglaterra, como en casi todas partes, se gusta demasiado de ocupar puestos públicos, tenidos como más distinguidos que cualesquiera otros, y en los cuales se logra remuneración amplia y cierta por un trabajo relativamente escaso: con lo cual claro está que el nervio nacional se pierde”.

Por la aceptación que enfatiza, y hasta por el tono, la conclusión que sigue a esas palabras puede atribuirse al propio Martí: “¡Mal va un pueblo de gente oficinista!” La advertencia sigue siendo válida, dado el peligro que revela; pero en otras circunstancias el trabajo de naturaleza social, o contratado y remunerado estatalmente, puede verse en desventaja, y en consiguiente desdoro, frente a los réditos de la iniciativa privada, llámesele como se le llame, y más aún si ella se beneficia del autoritarismo y de hábitos corruptos que, vertiendo sombras desde la administración estatal, pueden minar el organismo de una nación.

Spencer, como si se tratara de una realidad consumada, o en crecimiento, repudiaba la burocracia y la consiguiente casta funcionaresca, de sesgo parasitario —germen para la corrupción, agréguese—, que él veía formarse o temía que se formara en Inglaterra. Pero allí no se ensayaba en realidad algo que en justicia pudiera llamarse socialismo, aunque, en el fondo, el célebre positivista le temiera a ese “fantasma”. Impugnaba la intervención del Estado —específicamente el que él conoció, nada socialista, sino capitalista, cualesquiera que fuesen sus investiduras formales y la fase de su desarrollo— en la administración de los recursos, y en la solución de problemas sociales básicos.

Quienes han estudiado con seriedad la reseña han visto en ella a Martí levantado frente, o contra, “los fantasmas ideológicos” de Spencer, como ha hecho Rafael Almanza Alonso. Martí discrepaba del liberal burgués, y no es fortuito que, al comentar su texto, alabara al Henry George que por entonces predicaba en los Estados Unidos “la justicia de que la tierra pase a ser propiedad de la nación”, como bien de naturaleza pública.

Veamos, señalados por Martí, algunos de los elementos que muestran la orientación de Spencer: “El día en que el Estado se haga constructor, cree Spencer que, como que los edificadores sacarán menos provecho de las casas, no fabricarán, y vendrá a ser el fabricante único el Estado”. Ese argumento, declara sin rodeos Martí, “aunque viene de arguyente formidable, no se tiene bien sobre sus pies”, como tampoco este otro: “el día en que se convierta el Estado en dueño de los ferrocarriles, usurpará todas las industrias relacionadas con estos, y se entrará a rivalizar con toda la muchedumbre diversa de industriales”. Tal “raciocinio, no menos que el otro, tambalea”, asegura Martí, quien expone el porqué, con razonamiento que no es del caso interpretar ahora.

Spencer repudia como socialismo una forma de capitalismo de estado, al que no debe parecerse más de lo inevitable ningún proyecto que aspire a abrirle caminos a la realización de metas justicieras inalcanzables sin plena participación popular. Y ese continúa siendo un reto, en primer lugar, para el socialismo, que debe combinar ideales colectivos y vibraciones individuales, y no olvidar que estatal no es necesariamente un sinónimo pleno de social.

Martí afirma que Spencer teme “el cúmulo de leyes adicionales, y cada vez más extensas, que la regulación de las leyes anteriores de páuperos causa”. Para valorar lo que ese criterio de Spencer merecería a los ojos de Martí, conviene tener presente lo que este sostuvo en el artículo “A la raíz”, publicado en Patria el 26 de agosto de 1893: “A la raíz va el hombre verdadero. Radical no es más que eso: el que va a las raíces. No se llame radical quien no vea las cosas en su fondo. Ni hombre, quien no ayude a la seguridad y dicha de los demás hombres”.

En 1884 situó los temores de Spencer en un contexto donde “se quieren legislar las formas del mal, y curarlo en sus manifestaciones; cuando en lo que hay que curarlo es en su base, la cual está en el enlodamiento, agusanamiento y podredumbre en que viven las gentes bajas de las grandes poblaciones”. Martí, con la vista puesta en el bienestar común, sostiene que a salir de tal miseria, “con costo que no alejaría por cierto del mercado a constructores de casas de más rico estilo, y sin los riesgos que Spencer exagera”, podrían ayudar a los pobres “las casas limpias, artísticas, luminosas y aireadas” que se debía tratar de facilitar por vía estatal a los trabajadores, algo a lo cual se oponía Spencer.

El autor de “La futura esclavitud” veía como un peligro la aspiración que Martí estimaba justa, “por cuanto el espíritu humano tiene tendencia natural a la bondad y a la cultura, y en presencia de lo alto, se alza, y en la de lo limpio, se limpia. A más que, con dar casas baratas a los pobres, trátase solo de darles habitaciones buenas por el mismo precio que hoy pagan por infectas casucas”.

La armazón teórica construida por Spencer contra la democratización que él estimaba en marcha, y nociva, sería —acota Martí— un edificio, “de veras tenebroso, y semejante al de los peruanos antes de la conquista y al de la Galia cuando la decadencia de Roma, en cuyas épocas todo lo recibía el ciudadano del Estado, en compensación del trabajo que para el Estado hacía el ciudadano”. Una de las tareas que acaso el espíritu justiciero tenga pendiente, aún hoy, consistiría en estudiar hasta qué punto, además de imponerle desventajas tecnológicas y aislamiento, los contextos donde el socialismo se ha intentado llevar a cabo lo han contaminado con la herencia del llamado modo de producción asiático. El socialismo emancipador, democrático y participativo que urge edificar, deberá estar libre de todo cuanto —en pasado, presente o futuro— huela a comunidad sometida, aunque sea mínima o remotamente.

José Carlos Mariátegui, eminente marxista peruano, buscaba raíces culturales para el socialismo —que debía ser, dijo, fruto de la creación heroica, no calco ni copia— y veía una posible referencia para ese sistema en el comunitarismo campesino del Perú incaico. Martí, por su parte, pensaba en un sentido de participación popular que trasladó incluso, en plena campaña por la independencia, a su proyecto de fundación de la República en Armas. Nada de comunidad pasivamente resignada a decisiones venidas de las alturas. El 24 de enero de 1880, ante compatriotas emigrados que se reunieron en el Steck Hall neoyorquino, expuso con claridad meridiana su criterio de una verdad que “ignoran los déspotas”: “el pueblo, la masa adolorida, es el verdadero jefe de las revoluciones”.

Ese criterio debe ubicarse en su creciente conocimiento del mundo, en lo cual lo favoreció su forzada estancia de cerca de quince años en Nueva York, desde donde observó el devenir de los Estados Unidos y el del planeta. Frente a quienes pretendían confundir al pueblo con el lumpen desorientado o arrastrable, denunció —especialmente en su crónica “Un drama terrible”, sobre los sucesos acaecidos en Chicago entre 1886 y 1887, que dieron origen a la celebración internacional del Día de los Trabajadores— la violencia con que en aquel país se castigaba a “las masas obreras” levantadas para reclamar sus derechos.

Con respecto al linchamiento de obreros justificado con argucias legales, en la citada crónica escribió que a la república, tornada de clases y cesárea —como dijo en otras páginas— la amedrentaba “el deslinde próximo de la población nacional en las dos clases de privilegiados y descontentos que agitan las sociedades europeas”. Ante esa realidad, el sistema “determinó valerse por un convenio tácito semejante a la complicidad, de un crimen nacido de sus propios delitos tanto como del fanatismo de los criminales, para aterrar con el ejemplo de ellos, no a la chusma adolorida que jamás podrá triunfar en un país de razón, sino a las tremendas capas nacientes”.

Pero, volviendo a Spencer, no está de más oír las “razones” del diablo. Aquel señalaba un peligro que no se debe ignorar, y así lo tradujo Martí: “¿Cómo vendrá a ser el socialismo, ni cómo este ha de ser una nueva esclavitud? Juzga Spencer como victorias crecientes de la idea socialista, y concesiones débiles de los buscadores de popularidad, esa nobilísima tendencia, precisamente para hacer innecesario el socialismo [ese ‘socialismo’, habría que precisar], nacida de todos los pensadores generosos que ven cómo el justo descontento de las clases llanas les lleva a desear mejoras radicales y violentas, y no hallan más modo natural de curar el daño de raíz que quitar motivo al descontento”. Al exponer las aprensiones de Spencer, Martí intercala puntos de vista propios, opuestos al evolucionista aristócrata: simpatía por “las clases llanas”, identificación con “los pensadores generosos” que las han apoyado, solidaridad con “el justo descontento” de aquellas.

Con la brújula de su sentido ético denuncia que Spencer apunta “las consecuencias posibles de la acumulación de funciones en el Estado, que vendrían a dar en esa dolorosa y menguada esclavitud; pero no señala con igual energía, al echar en cara a los páuperos su abandono e ignominia, los modos naturales de equilibrar la riqueza pública dividida con tal inhumanidad en Inglaterra, que ha de mantener naturalmente en ira, desconsuelo y desesperación a seres humanos que se roen los puños de hambre en las mismas calles por donde pasean hoscos y erguidos otros seres humanos que con las rentas de un año de sus propiedades pueden cubrir a toda Inglaterra de guineas”.

Frente a eso, Martí se yergue resueltamente más allá de lo tocante a construir viviendas para menesterosos: “Nosotros diríamos a la política: ¡Yerra, pero consuela! Que el que consuela, nunca yerra”. Ello recuera la ya aludida carta de mayo de 1894, también escrita en Nueva York, y que parece responder a una motivación que deberá tenerse presente al leerla: el ofrecimiento informativo, por parte de Valdés Domínguez, sobre la celebración en Cuba, ese año, del Día de los Trabajadores, a lo que se estaría refiriendo Martí cuando expresa: “Muy bueno, pues, lo del 1° de Mayo.—Y aguardo tu relato, ansioso”. La confesa ansiedad ratifica la coincidencia que, en cuanto a ideas, Martí le ha venido enfatizando al amigo en la carta: “Una cosa te tengo que celebrar mucho, y es el cariño con que tratas, y tu respeto de hombre, a los cubanos que por ahí buscan sinceramente, con este nombre o aquel, un poco más de orden cordial, y de equilibrio indispensable, en la administración de las cosas de este mundo”.

A esas palabras añade: “Por lo noble se ha de juzgar una aspiración: y no por esta o aquella verruga que le ponga la pasión humana”. Y en lo que sigue parece asomar el recuerdo de su crítica a Spencer: “Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras:—el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas:—y el de la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados”.

Además de hablar de “la idea socialista” como en la reseña de “La futura esclavitud”, hace recordar lo dicho allí acerca de “los buscadores de popularidad”. Son los oportunistas, a los que no parece inmune ningún empeño justiciero, por muy honrado que sea, como tampoco a las lecturas mal digeridas, que no son responsabilidad de los textos, sino de quienes los asumen. Pero Martí, lector voraz si los ha habido, no ponía texto alguno por encima de la vida, y esa actitud fortaleció luminosamente su pensamiento.

Aunque sea de modo somero, valdría recordar una generalización que hizo a partir de lo que observaba en su entorno estadounidense, donde, muerto en 1883 Carlos Marx —a quien entonces él dedicó un conocido obituario—, hasta Federico Engels señalaba desde Europa flaquezas en la recepción de un real o supuesto marxismo por parte de líderes de la agitación social. En crónica publicada el 20 de febrero de 1890 en La Nación bonaerense, escribió Martí: “Cada pueblo se cura conforme a su naturaleza, que pide diversos grados de la medicina, según falte este u otro factor en el mal, o medicina diferente. Ni Saint-Simon, ni Karl Marx, ni Marlo, ni Bakunin. Las reformas que nos vengan al cuerpo”; y agregó: “Asimilarse lo útil es tan juicioso, como insensato imitar a ciegas”.

A esas advertencias, que siguen siendo válidas para el socialismo, se suman otras implícitas en la carta a Valdés Domínguez. En una intervención pública, citada aquí de memoria, un intelectual patriota y católico como Cintio Vitier agradeció a Martí el llamamiento a resolver la necesidad de justicia “en la administración de las cosas de este mundo”, único que conocemos y en el cual podemos influir, precisó el autor de Martí en la hora actual. Fallaríamos ante las urgencias de ese mundo, este, si nos atascáramos en discusiones sobre “el otro”.

Pero no saldrá sobrando decir que eso no invita a la disolución del pensamiento en un relativismo irracional sin riberas, mudo ante manipulaciones dolosas de credos, ni a olvidar un juicio como el que Martí expresó en carta del 26 de noviembre de 1889 a su amigo Manuel Mercado, depositario de tanta confesión suya: “Va el deber del artículo laborioso, y no el gusto de la carta, porque le quiero escribir con sosiego, sobre mí y sobre La Edad de Oro, que ha salido de mis manos—a pesar del amor con que la comencé, porque, por creencia o por miedo de comercio, quería el editor que yo hablase del ‘temor de Dios’, y que el nombre de Dios, y no la tolerancia y el espíritu divino, estuviera en todos los artículos e historias. ¿Qué se ha de fundar así en tierras tan trabajadas por la intransigencia religiosa como las nuestras? Ni ofender de propósito el credo dominante, porque fuera abuso de confianza y falta de educación, ni propagar de propósito un credo exclusivo”.

Tras la historia de errores, deficiencias y traiciones que echaron abajo al socialismo que, tenido en Europa por real —sinónimo a la vez de verdadero y de monárquico—, puso en quiebra, hasta llevarlas a la derrota, las dignas aspiraciones socialistas originarias, adquieren renovado valor las luces aportadas por Martí. Aunque no hayan faltado ni falten dignos afanes de lealtad teórica y práctica al socialismo, ni replanteamientos creativos como el promovido en nuestra América con el nombre de socialismo del siglo XXI, a veces parece haber caído en descrédito hasta el término socialismo, con otros asociados a él.

Por ese camino, aunque las clases sociales continúan existiendo como base de la estructura de desigualdades e injusticias en el planeta, parecería que hubieran desaparecido ya, si nos atenemos al silencio que el lenguaje contemporáneo tiende sobre esa realidad, cuando la violencia revolucionaria está condenada como terrorismo y la reaccionaria está de moda y se televisa como un espectáculo. ¿A quién conviene eso? ¿A quienes sufren en carne propia las injusticias, o a quienes medran con ellas y procuran impedir la lucha entre las clases para que las privilegiadas mantengan su posición?

De asumir la ambigüedad —uno de los términos caros a ciertos posmodernos— se pudiera hasta considerar incontestable este veredicto: con las banderas del socialismo nada bueno se ha hecho ni pudiera hacerse en el mundo. ¿No abundan, sin que tengamos que ir demasiado lejos para saberlo, voces que propagan ese dictamen o lo calzan de distintos modos? Tal vez no esté de más retener, por si acaso, hasta como táctica para la sobrevivencia ideológica, el reclamo de defender la justicia verdadera “con este nombre o aquel”, aunque tampoco se trate de echar por la borda el vocablo socialismo y la historia vinculada con él.

Algo más, entre otros elementos, cabe también valorar en la carta, y es la esperanza que Martí expresa con respecto a Cuba ante lo que en otras latitudes han sido peligros para “la idea socialista”: dice que “en nuestro pueblo no es tanto el riesgo, como en sociedades más iracundas, y de menos claridad natural”. Como la carta está escrita en los Estados Unidos, país donde Martí estuvo al tanto del rumbo que seguían la violencia opresora y los voceros de la justicia social, se podría pensar que solo a ese país concierne lo de “sociedades más iracundas, y de menos claridad natural”. Pero la expansión del socialismo en Europa escasas décadas después de escrita aquella carta, y la todavía hoy reciente debacle socialista en ese continente, con conocidas consecuencias de todo tipo, cruentas venganzas incluidas, ensanchan el alcance de las palabras de Martí, no por gusto escritas en plural.

Con todo, lo determinante para aquilatar tanto la carta al amigo entrañable como la reseña sobre el texto de un autor lejano, estriba en la eticidad del activo dirigente revolucionario, quien rotundamente le escribió a Valdés Domínguez en términos que parecen retomar el final de la crítica a Spencer: “explicar será nuestro trabajo, y liso y hondo, como tú lo sabrás hacer: el caso es no comprometer la excelsa justicia por los modos equivocados o excesivos de pedirla. Y siempre con la justicia, tú y yo, porque los errores de su forma no autorizan a las almas de buena cuna a desertar de su defensa”.

Esa es, objetivamente, aunque no fuera su intención, una luz cardinal que ofrece Martí para los afanes de construir el socialismo, sistema que aún no se ha visto realizado plenamente en ninguna comarca del planeta. Pero en su legado esa luz se nutre de otras que también constituyen faros, empezando por la que él tuvo como rectora de sus actos: la ética. Echar la suerte con los pobres de la tierra, voluntad que le brotó del alma en sus Versos sencillos, no fue para él una hipócrita declaración, como lo era, lo es, en quienes oportunistamente buscaban o buscan popularidad, “hombros en que alzarse”.

La expresión de su voluntad encarnó en una conducta cumplida. No cultivó la miseria ni la consideró una aspiración que valiese la pena; pero cabe decir que optó por ser pobre, y vivió austeramente, entregado a la lucha que preparó y en la cual cayó combatiendo. Tenía derecho moral para reaccionar ante lo que le pareciera ajeno a esa conducta, aunque lo detectara en un héroe extraordinario dispuesto igualmente a morir y admirado por él, pero cuya silla de montar en campaña veía adornada con estrellas de plata.

Algún personajillo carente de elegancia habrá intentado, gusaneando por la abyección propia, burlarse, con efecto bumerán, de honrados estudiosos que —como José Cantón Navarro o Paul Estrade— han esclarecido la relación de Martí con los trabajadores. Pero él vio en ellos “el arca de nuestra alianza”, y quiso que en su seno tuviera la fragua fundacional el Partido Revolucionario Cubano. No es un hecho aislado esta previsión: “Volverá a haber, en Cuba y en Puerto Rico, hombres que mueran puramente, sin mancha de interés, en la defensa del derecho de los demás hombres”. Lo afirmó en “¡Vengo a darte patria!”, artículo publicado el mismo día, 14 de marzo de 1893, y en el mismo rotativo, Patria, en que apareció “Pobres y ricos”, otro de sus textos relevantes para el tema.

El sentido de aquella declaración la explican en profundidad los orgánicos nexos implícitos entre ella y la que hizo pública el 24 de octubre de 1894, en Patria igualmente, en un artículo cuyo título, “Los pobres de la tierra”, remite por derecho a Versos sencillos. En el periódico expresa: “En un día no se hacen repúblicas; ni ha de lograr Cuba, con las simples batallas de la independencia, la victoria a que, en sus continuas renovaciones, y lucha perpetua entre el desinterés y la codicia y entre la libertad y la soberbia, no ha llegado aún, en la faz toda del mundo, el género humano”.

Menos de seis meses después se incorporó a la guerra que había preparado, y en la cual se dio a organizar lo que en sus palabras y en su afán consciente debía ser la “Asamblea de Delegados de todo el pueblo cubano visible, para elegir el gobierno adecuado a las condiciones nacientes y expansivas de la revolución”. Sería una reunión de representantes, lo dijo también, de “las masas cubanas alzadas”, no un foro de enviados de los jefes. Y el gobierno, a la vez que respetar las necesidades y exigencias de la lucha armada, debía tener el funcionamiento y el espíritu republicanos que sirvieran de garantía para la república que se fundara en la paz.

De 1884, el mismo año en que escribió el primero de los textos que han dado base a las presentes cuartillas, es la carta, fechada 20 de octubre, en la que le expresó a Máximo Gómez: “Un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento”. Sus ideas sobre la República en Armas y la que debía amasarse desde entonces para el futuro, muestran asimismo su comprensión de que un campamento y un pueblo tampoco se dirigen de igual modo. Su muerte en combate, y luego la intervención, que él había querido impedir, de los Estados Unidos, frustraron la revolución que él concibió y que, debido a esas trágicas circunstancias —y al papel de celestinos con que apoyaron al colonialismo español y al imperio estadounidense en ascenso los “prohombres” antipueblo a quienes refutó en su carta póstuma a Manuel Mercado— quedó pospuesta, para decirlo con un título feliz de Ramón de Armas.

Frustrados, derrotados, traicionados o sometidos a obstáculos tremendos —y también, por tanto, pospuestos— se han visto en el mundo históricamente los más sembradores afanes de justicia, que, llámense “con este nombre o aquel”, han braceado en lo que el propio Martí denominó “lucha perpetua entre el desinterés y la codicia y entre la libertad y la soberbia”. Pero ante esa realidad únicamente son dignos de imitar ejemplos como el de los cristianos honrados y tenaces a quienes los siglos, numerosos, en que la prédica de Jesús ha sido negada y burlada —incluso, o sobre todo, por muchos investidos de jerarquía y autoridad para representarla y defenderla— no los han hecho desertar de las ideas justicieras del cristianismo originario. Su persistencia es aliento para todos los afanados en la búsqueda de la equidad y la emancipación sociales, cualesquiera que sean sus credos, incluyendo a quienes califican como no creyentes pero también creen en ideas terrenales que sería criminal abandonar.

En ese camino se inscriben las luces de Martí para el socialismo, y en una verdad que brota de ellas mismas y permea otras. No es cuestión de citar desgajadamente sus textos, ni de buscar en qué medida nos parecemos a él, afán en el que pudiéramos acabar culpándolo de nuestros errores. Sería necesario, y acaso hasta más fértil, valorar en qué podría impugnarnos, aunque vivamos otros tiempos. En carta del 11 de abril de 1895 a Bernarda Toro, la compañera de Máximo Gómez, escribió: “El mundo marca, y no se puede ir, ni hombre ni mujer, contra la marca que nos pone el mundo”. Pero encarnó la voluntad de no resignarse ante los hechos incompatibles con la justicia, aunque se tratara de nada menos que del surgimiento de una potencia imperialista arrasadora.

Sería fallido, y del todo innecesario, inventar un Martí socialista; pero también lo sería inventar el Martí antisocialista que no fue, de lo cual dan prueba sus propias palabras, digan lo que digan ciertos olimpos de pisapapel empeñados en torcerlas para esgrimirlas como arma contra el socialismo. A raíz del desguace del campo socialista europeo, y en medio de las vicisitudes que ese hecho generó para Cuba, se volvió una especie de moda distribuir en impresiones artesanales o ligeras, como texto “clandestino”, la reseña de Martí sobre “La futura esclavitud”, aunque tal vez no haya en sus Obras completas, donde ha ocupado y ocupa el lugar que le corresponde, otro texto que de manera tan sugerente y a la vez directa le sea útil al socialismo.

Alguna vez, al calor de responsabilidades profesionales, el autor de estos apuntes planeó formar, con el título Los pobres de la tierra, un cuaderno de páginas de Martí entre las cuales sobresaldrían la reseña de “La futura esclavitud” y la citada carta a Valdés Domínguez, junto a otros escritos, algunos ya recordados, como el que le daría nombre al volumen. Las circunstancias mágicamente denominadas período especial impidieron la realización de ese proyecto, que valdría la pena, o la alegría, retomar.

Más allá de puntillas textuales, hay una verdad que convoca: en sus circunstancias, el proyecto de liberación nacional de Martí no era ni podía ni tenía por qué ser de carácter socialista; pero un proyecto socialista legítimo, especialmente en Cuba o en nuestra América, núcleos de sus meditaciones y destinatarias de sus actos, está llamado a ser martiano, o no sería socialismo. De ahí, en el siglo XIX, el acierto de activistas obreros que lo siguieron, como José Dolores Poyo, a quien en carta del 16 de noviembre de 1889 le escribió: “El corazón se me va a un trabajador como a un hermano”, o el marxista Carlos Baliño y el socialista Diego Vicente Tejera, amigos personales y colaboradores suyos los tres en el Partido Revolucionario Cubano.

No habrá justicia verdadera, ni política plenamente honrada y popular —sinceramente democrática, parafraseando una aspiración que él plasmó en las Bases de aquel sembrador Partido—, sin la consistencia ética de quien echó de veras su suerte con los pobres de la tierra. Siempre vendrá bien recordarlo, y de manera especial cuando están de marea alta el pragmatismo y criterios como que el igualitarismo es inviable. Ciertamente no debe confundirse con la justa igualdad; pero, aun así, antes de echarlo por la borda y olvidarse de él y, al paso, de la igualdad misma, habría que ver si el igualitarismo ha sido plenamente aplicado en algún lugar del mundo. En todo caso, está en pie lo expresado por Martí en un apunte que se lee entre los Fragmentos de sus Obras completas. Refutando mistificaciones dirigidas, vía racista, a fundamentar la desigualdad entre los seres humanos, sostuvo esta generalización: “se va, por la ciencia verdadera, a la equidad humana: mientras que lo otro es ir, por la ciencia superficial, a la justificación de la desigualdad, que en el gobierno de los hombres es la de la tiranía”.

Luis Toledo Sande

Publicado originalmente en Cubarte. El Portal de la Cultura Cubana:

 

----------------------------------------------------------------------------------------

LO EVIDENTE SIN ESPECULACIONES ES QUE SEA: EDITORIAL LEX , AÑO 1946 EN ELTOMO I LA PAGINA 956, LA REALIDAD ES QUE LO  HUMILDE Y PARA  LOS  HUMILDES SE  VIVE  Y  AUNQUE LAS   FORMAS  DE  SOCIALISMO PRESENTADA O  DEJADAS DE  PRESENTAR Y POSIBLE  REALIZADAS TENGAN O  HALLAN TENIDO  FRACASOS Y  DIFICULTADES ,  PUES HAN SIDO REALIZADAS POR LOS  HOMBRES CON SUS AMBICIONES , EGOISMOS , AUTORITARISMOS Y OTROS DEFECTOS PROPIOS DEL HUMANO ; AUNQUE  ASI  SEA  EL CAPITALISMO Y EL CAPITAL NUNCA  SERA  Y  NI ES LA  FORMA HUMANA  DE  TRATAR A  LOS  HUMANOS  Y A  LA  HUMANIDAD…. Y MAS  AUN LA  OLIGARQUIA NO DEJA NI  DEJARA OTRAS  FORMAS Y  POR  ESO  AUN HOY  LUCHAN POR  ARREBATAR LAS TIERRAS A  LOS GRUPOS  INDIGENAS Y NO PERMITEN EL  DESARROLLO DE  AFRICA ,  A.  LATINA  Y   OTRAS  PARTES DEL MUNDO  DONDE EXISTEN  RIQUEZAS  NATURALES…..

 HAGAMOS EL SOCIALISMO REAL Y VERDADERO, EL  DE LOS HUMILDES EL NACIDO DE LOS  HUMILDES Y PARA LOS  HUMILDES… VER SOCIALISMO  REAL Y VERDADERO Y OTRAS POSIBILIDADES DE  SER Y  DE  CONVIVIR  Y DE  ESXISTIR….

MARCEL

SOCIALISMO REAL Y VERDADERO Y OTRAS FORMAS DE  DEMOCRACIA:

ALGUNAS FORMULACIONES DE CÓMO PODER LOGRAR Y HACER POSIBLE LA  DEMOCRACIA EN MI OPINION UNA DEMOCRACIA MAS REAL, MAS AJUSTADA A LAS POSIBILIDADES, MENOS DIRIGIDA A DEDO Y COMO CONSECUENCIA QUIZAS ; MAS VERDADERA:

DEMOCRACIA: TERMINO REFERIDO PARA DESIGNAR A UNA DE LAS FORMAS DE GOBIERNO EN QUE PUEDE EJERCERSE EL PODER POLITICO DEL Y PARA EL PUEBLO.

SISTEMA POLITICO QUE DEFIENDE LA SOBERANIA DEL PUEBLO Y EL DERECHO DEL PUEBLO A ELEGIR Y CONTROLAR A SUS GOBERNANTES…

Mucho se ha  hablado de las formas y gobiernos  democráticos y  de  los   gobiernos dictatoriales y de los  gobiernos autoritarios y de los  teocráticos, en fin de millones de  formas  y de  palabras para  designarlos, la  realidad es  que  cada uno defiende  su democracia así  llamada a  su  imagen y semejanza y cada  uno dice ser el dueño de esta  verdad cuando en realidad nadie es poseedor de ese  derecho , por las  insuficiencia del sistema en sus múltiples formas de  aplicaciones.

Hemos  tratado de  pensar en el  tema  y como llegar a  formas algo mejoradas  desde  mis puntos  de  vistas por  supuesto y algo más  racional para que esta sea manifestada  dentro del llamado socialismo real y verdadero…Es una verdad mas y quizás una verdad que nos  acerque algo más a las justicia social y a los  llamados que se nos  hace para ejercer el poder político del y para el pueblo.

Dentro de este   complejo tema  hemos  deseado solo por  ahora  abarcar las  formas  de  elección de  sus  líderes políticos para que estos  ejerzan con mayor democracia su mandato:

Partimos de una sociedad fragmentada y dividida en sectores y regiones que le  hemos llamado:

1.- Consejos Populares o Comunas

2.-Consejos Municipales

3.- Consejos Provinciales

4.- Consejos Nacionales

5.- Presidente de la  República

Partimos de que los miembros, capacidad y derecho para ser elegidos en cada uno de estas instituciones deberán  ser ratificados en cada  instancia desde la base (Consejo Populares o Comunas), hasta la instancia  Presidencialista de la República…

Partimos que para  ser elegido Presidente de los  Consejos Populares o Comunas se  necesita además de todas las  condiciones  físico morales socialistas y de  convivencia por  no menos  de  2 años en  su propio territorio y de  ser nacionalizado por  nacimiento ..TENER AL MENOS 24 AÑOS DE EDAD...

Partimos que solamente podrá ser elegido para  este mandato por un periodo de 5 años en dos  ocasiones consecutivas hasta llegar a  la  edad máxima de  34 años de edad…Partimos además  que  podrán postularse para este  cargo todos los  ciudadanos que cumplan con estos  requisitos…La elección será  efectuada por  voto directo y secreto de la población del Consejo Popular o Comuna…

Partimos que para ser elegible como Presidente del Consejo Municipal, se deberá  tener como  mínimo la  edad de 34 años de edad,  y además de  cumplir todos los requisitos de haber sido con anterioridad Presidente de Un Consejo Popular o Comuna con resultados muy favorables que   se lo  acrediten su doble elección anterior…. Y una  conducta social acorde a los  postulados de la democracia socialista…Podrán postularse  como Presidente del Consejo Popular  Municipal al menos la mitad de los Presidentes elegidos en dos  ocasiones como Presidente de los Consejos Popular o Comuna de dicho Consejo Municipal… y que fueron propuesto y elegidos a su vez como nuevos miembros del Consejo Municipal…

Partimos  que solamente  podrán ser elegibles para este mandato como Presidente del Consejo Municipal, por un periodo de 5 años en dos ocasiones consecutivas hasta llegar a la  edad de 44 años como máximo… Como  dijimos  con anterioridad  solo la mitad de los Presidentes de los  Consejos Populares o Comunas podrán  formar parte de las  candidaturas( O sea Un Consejo Municipal con 18 Consejos Populares o Comunas presentara la  candidatura de solo  8 Presidentes que serán elegidos  por  votaciones directa y secreta por los  miembros  del Consejo Municipal)La elección del nuevo Presidente del Consejo Municipal será efectuada posteriormente a la  presentación del programa de  gobierno de  cada candidato a través de  votación directa y secreta de los miembros del Nuevo Consejo Municipal del cual ya el elegible  formaría parte…

 ELECCIONES PROVINCIALES…Partimos que para ser Miembros del Consejo Provincial:

Partimos que para ser elegible como Presidente del Consejo PROVINCIAL, se deberá  tener como  mínimo la  edad de 44 años de edad,  y además de  cumplir todos los requisitos de haber sido con anterioridad Presidente de Un Consejo MUNICIPAL con resultados muy favorables que   se lo  acrediten su doble elección anterior…. Y una  conducta social acorde a los  postulados de la democracia socialista…Podrán postularse  como Presidente del Consejo Popular  PROVINCIAL al menos la mitad de los Presidentes elegidos en dos  ocasiones como Presidente de los Consejos MUNICIPALES de dicho Consejo PROVINCIAL… y que fueron propuesto y elegidos a su vez como nuevos miembros del Consejo PROVINCIAL…

Partimos  que solamente  podrán ser elegibles para este mandato como Presidente del Consejo PROVINCIAL, por un periodo de 5 años en dos ocasiones consecutivas hasta llegar a la  edad de 54 años como máximo… Como  dijimos  con anterioridad  solo la mitad de los Presidentes de los  Consejos PROVINCIALES, podrán  formar parte de las  candidaturas ( O sea Un Consejo PROVINCIAL con 18 Consejos  MUNICIPALES ,presentara la  candidatura de solo  9 Presidentes que serán elegidos  por  votaciones directa y secreta por los  miembros  del Consejo Municipal)…La Elección del nuevo Presidente del Consejo PROVINCIAL, será efectuada posteriormente a la  presentación del programa de  gobierno de  cada candidato a través de  votación directa y secreta de los miembros del Nuevo Consejo PROVINCIAL Y del cual ya el elegible  formaría parte…

ELECCIONES NACIONALES:

Partimos que para ser elegible como Presidente del Consejo NACIONAL O ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR , se deberá  tener como  mínimo la  edad de 54 años de edad,  y además de  cumplir todos los requisitos de haber sido con anterioridad Presidente de Un Consejo PROVINCIAL, con resultados muy favorables que   se lo  acrediten su doble elección anterior…. Y una  conducta social acorde a los  postulados de la democracia socialista…Podrán postularse  como Presidente del Consejo Popular  NACIONAL O ASAMBLEA NACIONAL  DEL PODER POPULAR  al menos la mitad de los Presidentes elegidos en dos  ocasiones como Presidente de los Consejos PROVINCIALES de dicho Consejo NACIONAL O ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR… y que fueron propuesto y elegidos a su vez como nuevos miembros del Consejo NACIONAL O ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR…

Partimos  que solamente  podrán ser elegibles para este mandato como Presidente del Consejo NACIONAL, por un periodo de 5 años en dos ocasiones consecutivas hasta llegar a la  edad de 64 años como máximo… Como  dijimos  con anterioridad  solo la mitad de los Presidentes de los  Consejos PROVINCIALES, podrán  formar parte de las  candidaturas ( O sea Un Consejo NACIONAL O ASAMBLE NACIONAL DEL PODER POPULAR con 16 Consejos  PROVINCIALES  ,presentara la  candidatura de solo  8 Presidentes que serán elegidos  por  votaciones directa y secreta por los  miembros  del Consejo NACIONAL O ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR )…La Elección del nuevo Presidente del Consejo NACIONAL O ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR , será Efectuada posteriormente a la  presentación del programa de  gobierno de  cada candidato a través de  votación directa y secreta de los miembros del Nuevo Consejo NACIONAL O ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR  Y del cual ya el elegible  formaría parte…

ELECCIONES NACIONALES PRESIDENTE DE LA REPUBLICA:           

Partimos que para ser elegible como Presidente De la República , se deberá  tener como  mínimo la  edad de 54 años de edad,  y además de  cumplir todos los requisitos de haber sido con anterioridad Presidente de Un Consejo PROVINCIAL, con resultados muy favorables que   se lo  acrediten su doble elección anterior…. Y una  conducta social acorde a los  postulados de la democracia socialista…Podrán postularse  como Presidente de la república  al menos la mitad de los Presidentes elegidos en dos  ocasiones como Presidente de los Consejos PROVINCIALES de dicha ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR… y que fueron propuesto y elegidos a su vez como nuevos miembros del Consejo NACIONAL O ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR…

Partimos  que solamente  podrán ser elegibles para este mandato como Presidente de LA REPUBLICA   , por un periodo de 5 años en dos ocasiones consecutivas hasta llegar a la  edad de 64 años como máximo… Como  dijimos  con anterioridad  solo la mitad de los Presidentes de los  Consejos PROVINCIALES, podrán  formar parte de las  candidaturas. La otra mitad de las posibles Candidaturas serán elegibles por la Comisión Electoral oídos  los  criterios  políticos de los partidos ( O sea UNA ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR con 16 Consejos  PROVINCIALES o ASAMBLEAS PROVINCIALES   ,presentara la  candidatura de solo  4 Presidentes DE LA REPUBLICA  que serán elegidos  por  votaciones directa y secreta por los  miembros  de LA  ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR Y 4  candidatos a Presidentes de la República POR LA PROPUESTA DE LA COMISION ELECTORAL  DE CANDIDATURA, OIDOS LOS PARECES DE LAS ENTIDADES POLITICAS  ))…La Elección del nuevo Presidente de la República  de estas  ocho imaginarias Candidaturas , , será Efectuada posteriormente a la  presentación del programa de  gobierno de  cada candidato a través de  votación directa y secreta de los miembros del Nuevo Consejo NACIONAL O ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR  Y del cual ya LOS ELEGIBLES   formaría parte…DE IGUAL  FORMA SE EFECTUARIA  LA  ELECCION DEL Vicepresidente de la  República y de  su  selección a  través  de  los nuevos  8 Candidatos a ser  elegibles ( 4 de estos por  la  vía   directa  y los  otros  4 por  la vía de  consulta  con la  entidades políticas.)

Muchas otras  formas habría sin dudas para hacer democracia pero la  elección del Presidente  y del Vicepresidente de la república ,deberá ser la  labor  final dentro de la  cual   existirán propuestas  políticas y propuestas  de la materialización del  trabajo realizado y de los  resultados esperados a  través de  los  diferentes programas  de  gobierno que  cada  uno presentara  y  se  comprometerá  con el mismo de  forma  que su  incumplimiento  sería  objeto de  su  democión del  cargo del forma anticipada…

 

 ESTAS SON  SOLO  IDEAS SOBRE  DEMOCRACIA Y SUS  POSIBILIDADES… MAS ABAJO ENCONTRARA ALGUNOS  PLANTEAMIENTOS DE  JOSE MARTI Y  TAMBIEN  ALGUNOS  CONCEPTOS SOBRE EL SOCIALISMO REAL Y VERDADERO...

MARCEL MENENDEZ DE LA TORRE

25 DE JUNIO DEL AÑO 2020

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.--------------------------------------------------------------------------------------------------

 

¿QUE ES SOCIALISMO REAL Y VERDADERO?

 

A que llamamos Socialismo real y verdadero; en el mundo actual existen tantas izquierdas o llamadas izquierdas que llega un momento en que todos estamos  totalmente  confundido con las nomenclaturas , entonces resulta necesario definir el  termino de  Socialismo y a nuestro parecer  hoy ya CASI, no se habla  de lo que Carlos Marx y Federico Engels estuvieron  tratando ni tan siquiera  los conceptos  doctrinarios de Lenin...Así por ejemplo tenemos el  Socialismo del Siglo XXI en Venezuela , tenemos los Socialismo de Nuevo Tipo de China , tenemos  el Socialismo  de  Vietnam , tenemos el movimiento para el Socialismo de  Bolivia , tenemos el Socialismo de Cuba , tenemos el capitalismo de la Rusia con enfoque social democrático y justicia en la distribución y muchos otros  y  en cada  País que se  pretende  hablar y hacer justicia  social y trabajar por el bienestar de la sociedad y trabajar por una mayor igualdad social y democrática, entonces cada  uno con sus  características se llaman socialistas a  su imagen y semejanza...Para nosotros todos son validos o pueden ser;  siempre y cuando se  cumplan estos  principios y preceptos:

                                               

1.- Ponen al hombre  y los humildes, como  ente social y  centro de los  problemas a  resolver

2.- Niegan el altar al dios dinero y poner en su lugar  la conciencia de los hombres.

3.-Niegan la explotación del hombre por el hombre.

4.-Luchan por la igualdad social y los derechos individuales.

5.-Tienen como premisas la libertad, la igualdad y la fraternidad entre los hombres.

6.-Se basan en el papel del Estado Socialista y en la economía planificada sin imposiciones, descentralizando la toma de decisiones a niveles empresariales y territoriales.

7.-Logran confraternizar los intereses individuales  con los intereses globales o  sociales, no anteponiendo ninguno sobre el otro y buscando conceso y armonía.

8.- Basan su ideología en la  equidad y la transparencia de todas sus  cuentas y decisiones y en la democracia  participativa de  forma  de consultas permanentes y efectivas.

9.-Luchan contra la corrupción, el autoritarismo  y otros vicios del capital.

10.- Se basan en que lo que no es eficiente, no es socialista…Hay muchas cosas en Este Mundo y en nuestros alrededores que no son “Socialistas” aunque se hagan llamar así.

 

Estos preceptos son los  que  diferencian a los hombres realmente socialistas y de izquierda  y  los  que defiende el  capital financiero e industrial.

Partiendo de estos conceptos entonces la iniciativa privada podrá manifestarse dentro del socialismo  sin  contradicciones, pues  se  aprovecharían todos los principios socialistas verdaderos de dirección. Y se lograría una administración a prueba  de  errores  propios  del  capitalismo  financiero e industrial…

 

MARCEL MENENDEZ DE LA TORRE

www.marcelljobs.blogspot.com

“LAS PYMES Y EL SOCIALISMO REAL Y VERDADERO”

                                                                            

.-.-.-.-.-.-.--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

JOSE MARTI CONTRA EL ANEXIONISMO Y LA TRAICION

DE: LUIS TOLEDO SANDE , PUBLICADO EN BOHEMIA Y  CUBADEBATE

SINTESIS REALIZADA POR MI:

1.- Hay cosas que, aunque sabidas, parece necesario repetir sin cansancio, para restar asideros a quienes prefieren ignorarlas. Los “ciegos y desleales” que José Martí repudió en su tiempo tienen continuadores hoy, y quién sabe hasta cuándo. Las evidencias no sugieren ingenuidad.

2.- En 1871 –contaba 18 años– Martí señaló diferencias básicas entre Cuba y los Estados Unidos. En el cuaderno de apuntes numerado 1 en sus Obras completas, y ubicado en los inicios de su primer destierro español (1871-1874), escribió: “Los norteamericanos posponen a la utilidad el sentimiento.–Nosotros posponemos al sentimiento la utilidad”.

Se refiere a diferencias de composición, y añade: “si ellos vendían mientras nosotros llorábamos, si nosotros reemplazamos su cabeza fría y calculadora por nuestra cabeza imaginativa, y su corazón de algodón y de buques por un corazón tan especial, tan sensible, tan nuevo que solo puede llamarse corazón cubano, ¿cómo queréis que nosotros nos legislemos por las leyes con que ellos se legislan?”.

 

3.- Solo por extrema desprevención cabría subvalorar el aserto “ellos vendían mientras nosotros llorábamos”, que recuerda una realidad: los Estados Unidos siguieron vendiendo pertrechos a España y desconocieron el derecho del pueblo cubano a la independencia por la cual se había alzado en armas en 1868.

4.- Contraponiéndola con la estadounidense, Martí plantea: “Nuestra vida no se asemeja a la suya, ni debe en muchos puntos asemejarse”, y poco después agrega, con aleccionadora actualidad incluso para empeños revolucionarios de lograr eficiencia económica: las leyes implantadas en ese país le han dado “alto grado de prosperidad, y lo han elevado también al más alto grado de corrupción. Lo han metalificado para hacerlo próspero. ¡Maldita sea la prosperidad a tanta costa!”.

 

5.- Con esa luz crecerá su pensamiento, y combatirá las falacias anexionistas desde dentro de aquella nación, donde vivió cerca de 15 años, durante los cuales caló en su estructura: “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas, y mi honda es la de David”, escribirá en su carta póstuma a Manuel Mercado.

6.- Y aún hay otro peligro mayor, mayor tal vez que todos los demás peligros. En Cuba ha habido siempre un grupo importante de hombres cautelosos, bastante soberbios para abominar la dominación española, pero bastante tímidos para no exponer su bienestar personal en combatirla”.

A tal “clase de hombres”, como la llama, la define de este modo: “Todos los tímidos, todos los irresolutos, todos los observadores ligeros, todos los apegados a la riqueza, tienen tentaciones marcadas de apoyar esta solución, que creen poco costosa y fácil. Así halagan su conciencia de patriotas, y su miedo de serlo verdaderamente. Pero como esa es la naturaleza humana, no hemos de ver con desdén estoico sus tentaciones, sino de atajarlas”.

7.- ¿A quién se vuelve Cuba, en el instante definitivo, y ya cercano, de que pierda todas las nuevas esperanzas que el término de la guerra, las promesas de España, y la política de los liberales le han hecho concebir? Se vuelve a todos los que le hablan de una solución fuera de España”.

8.- En 1882 prevé: “Pero si no está en pie, elocuente y erguido, moderado, profundo, un partido revolucionario que inspire, por la cohesión y modestia de sus hombres, y la sensatez de sus propósitos, una confianza suficiente para acallar el anhelo del país–¿a quién ha de volverse [Cuba], sino a los hombres del partido anexionista que surgirán entonces? ¿Cómo evitar que se vayan tras ellos todos los aficionados a una libertad cómoda, que creen que con esa solución salvan a la par su fortuna y su conciencia? Ese es el riesgo grave. Por eso es llegada la hora de ponernos en pie”.

9.- “Cuando un pueblo cercano a otro puede verse en ocasión, por el extremo de su angustia política o por fatalidad económica, de desear unir su suerte a la nación vecina, debe saber lo que la nación vecina piensa de él, debe preguntarse si es respetado o despreciado por aquellos a quienes pudiera pensar en unirse, debe meditar si le conviene favorecer la idea de la unión, caso de que resulte que su vecino lo desprecia”.

10.- Sabe que hay ilusos a quienes seduce el esplendor material del vecino, y precisa: “No es lícito ocasionar trastornos en la política de un pueblo, que es el arte de su conservación y bienestar, con la hostilidad que proviene del sentimiento alarmado o de la antipatía de raza. Pero es lícito, es un deber, inquirir si la unión de un pueblo relativamente inerme con un vecino fuerte y desdeñoso, es útil para su conservación y bienestar”.

11.- Martí, veedor en lo hondo, las refuta rotundamente, y denuncia las verdaderas intenciones de los gobernantes de aquella nación, que busca ensayar “en pueblos libres su sistema de colonización”, y reserva un papel todavía más especialmente triste a los países de nuestra América que, por no haber logrado aún la independencia, serían presas más fáciles.

12.- “Sobre nuestra tierra, Gonzalo, hay otro plan más tenebroso que lo que hasta ahora conocemos, y es el inicuo de forzar a la Isla, de precipitarla, a la guerra,–para tener pretexto de intervenir en ella, y con el crédito de mediador y de garantizador, quedarse con ella. Cosa más soberbia no la hay en los anales de los pueblos libres:–ni maldad más fría”

13.- Tan macabra es la trama, que él se plantea: “¿Morir, para dar pie en qué levantarse a estas gentes que nos empujan a la muerte para su beneficio? Valen más nuestras vidas, y es necesario que la Isla sepa a tiempo esto. ¡Y hay cubanos, cubanos, que sirven, con alardes disimulados de patriotismo, estos intereses!”. Y concluye: “Vigilar, es lo que nos toca; e ir averiguando quién está dispuesto a tener piedad de nosotros”. Pero, lejos de sentarse a esperar por actos piadosos, se afana en reforzar los preparativos para la contienda.

14.- Las previsiones martianas la avalarán la realidad impuesta por la intervención con que los Estados Unidos frustran la independencia de Cuba y se adueñan de Puerto Rico. En la primera, donde no pueden obviar la beligerancia del ejército mambí, se las arreglan para desmovilizarlo; en la segunda, el camino “pacificador” abonado por el autonomismo facilita el sometimiento colonial que aún hoy perdura.

Razones hallan quienes estiman que, con su desprecio hacia nuestros pueblos, el imperio aceptaría la anexión de Puerto Rico, si acaso, únicamente cuando tuviera la certeza de que su pueblo está dispuesto a tolerar la humillación absoluta. Pero eso no lo ha conseguido el Norte en más de un siglo.

15.- Tanto le preocupan a Martí las jugarretas anexionistas que el vocablo anexión le salta a la pluma, en el espacio de pocas líneas, para referirse indistintamente a la posible alianza entre la potencia que decae y la emergente, y a la anexión en su más extendido uso político. Sabe necesario “impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los Imperialistas de allá y los españoles, el camino, que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América, al Norte revuelto y brutal que los desprecia”.

16.- Pero el pensamiento vinculado con dicha opción, el anexionismo, sigue abonando posiciones aliadas del imperio. No es necesario que la anexión se dé para que el anexionismo sea nocivo.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.--------------------------------------------------

NO PRETENDO HUMILLAR A LOS DESIGUALES Y A LOS QUE NUNCA SE  CUESTIONAN LAS COSAS DE LOS  HUMILDES Y DE LA  VIDA SOLO PRETENDO HACER REFLEXIONAR Y SI CON ESAS  REFLEXIONES HEMOS  CONQUISTADO A  ALGUNOS  PARA  LA  CAUSA  DE LA  HUMANIDAD  Y DE  LOS HUMILDES  ALGUNOS  QUE AMAN Y CREAN Y NO  DESEAN ESTAR EN EL GRUPO DE  LOS  QUE ODIAN Y DESTRUYEN ENTONCES HEMOS  GANADO TODOS  HEMOS  GANADO  PARA  LOS  HUMILDES HEMOS  GANADO PARA  LA  HUMANIDAD…  SEA  DE ROJO O  AZUL  SEA, SEA DE IZQUIERDAS  LLAMADAS  AHORA ASI O  DE  DERECHA,  SEA ATEO O RELIGIOSO SEA LO QUE  SEA…. SEAMOS  HUMANOS  Y  MAS  HUMANOS   COMO  NOS  LLAMO A  SER  EL  PAPA  ACTUAL  … VIVA LA  HUMANIDAD  VIVAN LOS  HUMILDES  VIVAN LOS POBRES Y DESPOSEIDOS DEL  MUNDO Y  LUCHEMOS  , CADA  UNO  A  NUESTRA MANERA A  NUESTRA  FORMA  CADA  UNO  CON NUESTRAS  IDEAS  PERO CADA  UNO  DENTRO  DE  LA  HUMILDAD LUCHEMOS  CONTRA TODAS Y  DIGO TODAS LAS  INJUSTICIAS Y TODO LO INCORRECTO SIN MIEDOS, CONTRA LA CORRUPCION TAMBIEN , CONTRA LA  INEFICIENCIA E INEFICACIA , CONTRA LA  EXPLOTACION DE LOS  HOMBRES, CONTRA LAS NUEVAS  FORMAS  DE  HACERNOS  ESCLAVOS , CONTRA LAS NEO COLONIAS Y EXPLOTACION DEL CAPITAL Y DE LA  OLIGARQUIA  FINANCIERA  SOBRE  LOS  PUEBLOS  HUMILES Y AUN IGNORANTE , CONTRA LOS  FAKE  NEWS Y LAS  MENTIRAS , CONTRA LAS  GUERRAS Y LAS  BASES MILITARES EXTRANJERAS EN EL  MUNDO, Y CONTRA  EL  DIOS  DINERO  QUE  NOS  ESCLAVIZA… CADA  UNO  CON SUS  ARMAS  Y FORMAS PERO  SIEMPRE CON : HUMILDAD , HUMANIDAD, JUSTICIA Y HONOR…

GRACIAS POR  DEDICAR UNOS  MINUTOS

 MARCEL DE SIEMPRE Y COMO SIEMPRE