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jueves, 30 de agosto de 2018

VEINTE AÑOS DENTRO DEL ENEMIGO




VEINTE AÑOS DENTRO DEL ENEMIGO
Me  tomo la  licencia de  publicar este  articulo que le  seguirán otros más…bajo el principio de que  Honrar ,  honra y hay  deudas  que nunca   se  podrán pagar…me tome la licencia de  introducir algunos paréntesis implicatorios adicionales…

Artículo de la Revista Moncada de Cuba de fecha 14 de Marzo de 1981, escrito por:
Jorge Petjnaud y fotos de Jorge Cervantes
Miembro de la primera célula clandestina que tuvo el Partido Comunista de Cuba en las Fuerzas Armadas, Pedro Felipe Leal enfrento numerosos peligros entre 1930 y 1952 para defender la causa del proletariado desde las filas de la Marina de Guerra burguesa
La réplica del yate Granma que llevo al cosmos  el coronel Arnaldo Tamayo Méndez durante el primer vuelo espacial conjunto soviético cubano, nació de la manos de Pedro Felipe Leal Peña , viejo carpintero de ribera y constructor de piezas en miniaturas, a quien quise entrevistar acerca  de esa técnica.
Y Cuando averiguaba como encontrarlo  mas allá  de la bahía , en su nata Casablanca , un compañero del Instituto de Historia del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista, me informo que este había permanecido infiltrado por más de veinte años en la Marina de Guerra burguesa. Entonces cambio el sentido de este trabajo periodístico.
-Mi Ingreso ocurrió el primero de abril de 1930, puntualiza.
Todo comenzó una tarde de ese año, en el cerro. Felipe Leal y otros miembros de la Liga Juvenil Comunista participaban en una reunión, en la cual luego de previa explicación:
“! Y el que se sienta verdadero comunista debe ingresar en Las Fuerzas Armadas de Machado!”
-Uno se alistaba en cualquier lugar, y de inmediato lo aceptaron afirma el veterano.
Leal formaba parte de la LJC (Liga Juvenil Comunista) desde finales del 1929; antes había sido miembro de la  Liga Antiimperialista y del Consejo Rojo Internacional. Aun no rebasaba los  veinte años.
La primera misión que cumplió dentro de la  Marina fue acercarse a los aforados de mejores cualidades humanas y políticas, con vista a captarlos e incorporarlos a una de sus jóvenes células. Estas no debían conocerse por razones obvias.
_ Pero la inexperiencia nos hizo cometer errores: Los domingos por la tarde salíamos de gira vestidos de uniforme, y nos reuníamos en la Ermita de los Catalanes, donde radica hoy la Plaza de la Revolución, para conspirar. A las faldas de esa loma concurría mucha gente, ante quienes podíamos quemarnos.
Tal ingenuidad fue  analizada críticamente, y de las experiencias adquiridas se trazaron lineamientos que  perfeccionaron la actividad clandestina,  en años posteriores se elimino hasta la estructura de células y de las misiones fueron cumplidas mas secretamente.
Nuestra permanencia en las Fuerzas Armadas Burguesas facilitaba al partido una amplia información. Esto resulto muy beneficioso hasta 1959.
Leal recuerda un ejemplo:
-          El 23 de diciembre de 1931, fueron detenidos cuatro militantes por una delación; los condujeron a La Cabaña para luego trasladarlos al presidio de Islas de pinos. Entre los planes del régimen figuraba aplicarles “La ley de fuga” en Batabano y asesinarlos.
Un comunista infiltrado en La Cabaña  lo comunico, y el partido le oriento que tan pronto conociera la fecha avisara a Pablo Roque, Pedro Felipe leal.
Una tarde este se apareció en la granja del Capital Calzadilla, uno de los jefes del Distrito Naval Norte donde Leal trabajaba.
Yo hablaba con Calzadilla, y al ver acercarse el militar, sobre el cual me habían alertado, me aparte.
-¿Es usted Pablo Roque? , me indago.
-¿Y Tu Guanajita?, le respondí la contraseña.
Entonces me informo que en dos días los iban a traer hacia Batabano.
Las mujeres eran el punto débil de Calzadilla, y por ahí lo ataco Leal:
-Capitán, este soldado y yo tenemos relaciones con dos mujeres casadas, y solo podemos salir con ellas esta tarde. Si le es posible autoríceme y présteme algún dinero.
Le dio cinco pesos y le permitió ausentarse por  veinte cuatro horas. Antes de que ese plazo venciera, ya el Partido había iniciado una gran campaña que salvo a los cuatro conspiradores.
ANTE LOS TRIBUNALES
Esa misma tarde, recibió la señal de que debían recoger cierta propaganda en la calle Luz, en la Habana.
-Llevamos el material y después lo distribuimos. Muchos lo recogieron de noche en mi propia habitación, otros de menos confiabilidad lo recibieron en lugares prudenciales.
Al amanecer, el Distrito Naval del Norte parecía un colegio electoral lleno de pasquines marxistas: Estos aparecían en los arboles, las paredes y hasta en algunas unidades como el Cuba y el Patria allí  fondeadas.
-Me arrestaron, pues un tal Manzanillo le dijo al Coronel Villegas, Jefe del Puesto, que yo había estado en  “Movimientos raros”. Este me entrego a un teniente y le  ordeno registrar mi cuarto. Tenía un artículo para El centinela, periódico mimeografiado por el Partido para los marineros, por lo cual me creí perdido.
Por suerte entre los designados para el registro hallaba un Sargento de apellido Hidalgo, quien con el pretexto de darle un cigarro al detenido le pregunto de  soslayo:
-¿Tienes algo comprometedor?
-Un artículo bajo un muelle de los peinazos de la puerta.
Esa aclaración libro de cargos a Leal por un tiempo.
Pero después  encontrándose a un preso los arrestados en Diciembre de 1931, fue ubicado en la celda de estos el traidor Soler, fusilado por  el Directorio Estudiantil Universitario a la caída de Machado.
Soler obtuvo en la prisión informes acerca de muchos infiltrados en los cuerpos armados, luego los denuncio y alerto al Gobierno acerca de una rebelión que estos fraguaban en coordinación con los nacionalistas y otros elementos.
Leal y otros sesenta y dos conspiradores fueron arrestados el 15 de julio de 1932 y encerrados en La Cabaña por más de seis meses.
-Esto culmino con un Consejo de Guerra por dos  causas: Concierto de Rebelión en la cual yo estaba encartado, y otra por hurto de armas, en la que quisieron implicarme.
A machado no le convenía darle curso a la primera para que los yanquis no se percataran de que las tropas estaban contra él, por eso llevaron solo a juicio la segunda acusación.
A otro individuo y a mí nos ofrecieron la libertad a cambio de que acusáramos ante el tribunal a los encartados. Me negué, aunque sabía que ellos se habían robado las armas descaradamente para venderlas. El otro acepto y lo soltaron días antes del juicio.
En el Consejo de Guerra declare desconocer quién y cómo había hurtado los  Springfield, entonces llamaron al traidor y propiciaron un careo entre él y yo.
“Ese es un comunista y aunque lo maten  no delatara a nadie” dijo con odio.
Me llene de ira- Dice el viejo sonrojándose- y trate de golpearlo con mi taburete, pero los centinelas me lo arrebataron. Le dije horrores, y me agregaron dos causas por insubordinación.
Un Capitán del ejército, defensor de otro acusado, me indicaba que me callara, pues me estaba complicando más, pero me indignaban la vileza y el miedo de tal personaje.
Acusaban a Leal porque se había  negado a testimoniar contra los otros detenidos a cambio de su absolución.
-¡Esa canallada yo no la ejecuto!, afirmo en la sala al referirse a la ilegal propuesta del instructor de la  causa.
El Capitán defensor pidió entonces la palabra y paseándose de un lugar a otro hizo una breve intervención en la cual felicito a la Marina de Guerra por contar entre sus filas con hombres dignos y valientes como el alistado Leal.
-Me sacaron de las  Fuerzas Armadas, pero aquel proceso fortaleció el prestigio del Partido entre los marineros.
El 4 de septiembre de 1933 al ocurrir el golpe de los estudiantes, los  Sargentos y alistados, regreso a La Armada cumpliendo orientaciones partidistas.
DE NUEVO ENTRE EL ENEMIGO
-Aquel día citaron a todos los que habían estado presos.
Muchos pidieron grados de alférez de fragata, de navío, de sub-oficial, todos anhelaban mayor jerarquía.
-Yo no tenía orientaciones del Partido al respecto y además, mi preparación cultural era pobre, igual que la de otros que allí se encontraban, por eso pregunte si se trataba de una Revolución o de un asalto a las  barras. La mayoría era gente incapaz de dirigir un barco desde el puente de mano.
Pedí que me dejaran en lo que más me  gustaba: La  carpintería, y allí quede como cabo.
La organizacion le critico después no aceptar un puesto de mayor envergadura por la utilidad de este desde el punto de vista informativo.
-Muchos de aquellos oficiales devinieron esbirros y tránsfugas corrompidos, aunque hubo honrosas excepciones como la de Gonzalo Miro y otros camaradas, quienes siempre fueron cuadros del Partido en esta rama rememora el viejo luchador.
Al regresar a la Marina de Guerra, Leal continuo participando en tareas propagandistas, como la confección y distribución del El Centinela. Al respecto advierte:
-A través de este órgano muchos supieron que existía un Partido marxista leninista, cuya misión fundamental era velar por los intereses de los humildes, entre ellos los alistados, aunque a veces para distribuirlo incurríamos en ingenuidades.
En ocasiones lo enviaron por correo a oficiales y muchos de estos se quejaban ante los jefes y amenazaban a  la tropa.
Por eso cuando Sánchez Herrera le ocuparon en su unidad abundante literatura marxista y el  ultimo numero del periódico, se formo tanto vuelo que hasta el jefe de la  Marina, el coronel Del Leal concurrió al Distrito.
Se organizo un Consejo de Guerra y todos esos documentos fueron condenados a la  hoguera. LEAL TESTIMONIA:
-Ejecutaron un auto de fe, como en la edad media. Ese día le ordenaron a una escuadra que limpiara bien el área próxima al mangle. Llevaron dos latas  de  gasolina de cinco galones cada una, envolvieron los documentos en una  frazada nueva, los empaparon uno a uno y los incendiaron.
Toda la oficialidad estaba ubicada en actitud solemne en torno a la  pira y en eso llego un coronel muy ordinario y liberal de apellidos Dalmau, quien le dijo sardónicamente al coronel Gonzales, jefe de ceremonial:
“! Oiga, pare ese acto!! Hay que  buscar al párroco de  Casablanca para que de fe de la  incineración!”
A Gonzales no le gusto el chiste, pero  rompió la  solemnidad  de su rostro con una tímida risa de subordinado, mientras su mirada amenazadora prohibía a las clases y alistados burlarse abiertamente de aquel auto de fe.
De todas formas, la influencia revolucionaria era  indetenible en esos momentos en la Marina de Guerra:
-Otra vez un enlace nos aviso que en el cine Bélgica iban a proyectar una película de los marinos rusos en la Revolución, esto se difundió entre nuestra tropa. Se despertó gran interés en el filme.
Coincidió la proyección con un día de cobro y todos los marinos fuimos a verla vestidos de blanco. Se formo tal movimiento, que el Estado Mayor fue notificado y se inicio una investigación, porque mientras se proyectaba, todos los  francos iban a verla.
Y a eso contribuyo la propaganda que acerca de la  película. El Acorazado Potemkin. Había realizado El Centinela. Por ello considero que los marinos eran gente politizada.
HASTA MARZO 1952
Pedro Felipe Leal decidió casarse, y por tal motivo pidió un mes de licencia el  9 de junio de 1934. Una semana después, una bomba hacia  explosión a pocos metros del reaccionario presidente Carlos Mendieta Montefur, quien participaba en un banquete en el  Distrito Naval del Norte.
Y Cuando el carpintero quiso reincorporarse al concluir el tiempo de permiso, se encontró que estaba excluido de la Armada como presunto autor del atentado.
-No podía quedarme cesante pues ya tenía un hogar bajo mi responsabilidad, y fui a ver al Coronel Aurelio González, vicioso jugador y primer Jefe de la Marina después del 4 de septiembre de 1933.
En la antesala de su despacho me encontré con Gómez Casa, conocido por el Cabo Empanada cuando era  mi custodio en la cárcel durante el machadato; en ese  instante el Teniente Coronel en funciones de  auxiliar del jefe de nuestra  arma.
“¿Qué hiciste Leal? ¡Te volviste loco! Dijo para justificarse.
_! Hice patria para muchos hijos de…! Le riposte airado.
Gómez Casa eludió la discusión y entro al despacho para hablar con el jefe, quien trato de de evitar el encuentro con el cabo carpintero.
Pero de un empujón lo puse de bruces sobre el buro de  González y encañone a este.
“! Me vas a matar, Leal!! Guarda ese  revolver!, decía.
Empanada trato de sacar  su pistola, pero el cabo presiono el arma sobre el pecho de  Gonzales, y apretó ligeramente el gatillo.
-Entonces se puso más nervioso, y vociferando malas palabras, boto de la  oficina a Gómez Casa. De inmediato me dijo que desde ese momento me  consideraba repuesto en mi cargo y ascendido a sargento de segunda.
Fue la única ocasión en que  fui guapo querían dejarme cesante y sin  posibilidad de conseguir empleo, además el Partido me había orientado mantenerme en esa posición.
Desde ese  momento Leal enmascaro más su actividad partidista dentro de la Marina.
-En 1935 vino a atenderme el compañero Marcelino Menéndez-Mario- (Mi Padre), a quien antecedió un miembro del Ejercito en la tarea de asesorarme. Yo observaba a todos mis compañeros, y de entre los mejores les proponía cual captar, donde y como.
Lamentablemente después vino la etapa de legalización del Partido y muchos comenzamos a pecar de legalistas en la calle. Algunos me decían ya el comunista de la Marina y el Partido me critico. Fue un error de mi parte, sin dudas, el enemigo pudo chequearme.
Así el Coronel José Rodríguez Calderón, mas tarde jefe de la  marina y mi enemigo personal, tuvo argumentos para sacarme del cuerpo años mas  tarde.
Calderón odiaba a Leal, porque en una ocasión le había robado tres reses a una tía de este, y al ser acusado por el Coronel Tabernilla a instancias de aquella mujer, Leal sirvió de testigo.
-Todo ese problema fue precisamente lo que aprovecho el Partido para evitar que me expulsaran de la Marina el 10 de marzo de 1952, a raíz del golpe del Dictador Fulgencio Batista.
Ese día, a las seis de la mañana, Calderón envió una pareja a casa de Leal con la orden de que se constituyera en arresto en ese  lugar. De inmediato llamo a Mario (Mi Padre) y este le oriento:
“! Ahora es cuando más falta haces tú ahí! ¡ Haz cuanto puedas, que nosotros vamos a realizar gestiones por nuestros medios.”
Entonces se me  ocurrió ir a ver al general Tabernilla a la Cabaña y quejarme ante el por la represalia que  ahora Calderón tomaba conmigo. Yo conocía la pugna que existía entre los dos por robar más. Me fue difícil, pero pude explicarle mi problema, y delante de mí les dijo a Salas Cañizares:
“! Ves lo que te digo, ese cabron es un delincuente y no puede ser jefe de la Marina!”
El quería poner en ese  cargo al facistoide de  Gaspar Mapón, quien entre otras  cosas  aspiraba a expulsar a todos los marinos negros, pero la oficialidad y la embajada de Estados Unidos impusieron a  Calderón, quien trabajaba para  la  CIA. No obstante tuvo que  obedecer al jefe del ejército y nombrarme otra vez a regañadientes.
Leal comenzó a trabajar de nuevo en el Distrito Naval del Norte sin que lo molestaran, aunque los más viejos allí no se le acercaban para evitarse represalias del jefe de la Marina de Guerra de la dictadura batistiana.
Finalmente, el 13 de abril de 1952, lo ascendieron al grado inmediato superior y acto seguido lo retiraron. Así lo alejaron de los objetivos militares, aunque los servicios secretos del régimen solo dejaron de vigilarlo el primero de enero de  1959…
FIN



1 comentario:

MARCEL dijo...

ESTE ES UN HECHO REAL EN EL CUAL MI PADRE TUVO ALGUNA PARTICIPACION

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